Así es mi vida siendo chica autista

Alicia fue diagnosticada con autismo a los 23 años. Nos cuenta cómo ha sido este proceso y cómo es vivir siendo una chica autista en una sociedad neurotípica.

16 marzo 2022 ·
Compartir
autista_binary

Me enteré de que era autista en 2019 a causa de mi ex novio. Él buscaba un diagnóstico para sí mismo, ya que sabía que le pasaba algo. Yo ya había sido diagnosticada con depresión mayor y ansiedad, aunque en otro informe psiquiátrico me dijeron que tenía dificultades de adaptación. 

Un día mi novio me llamó de noche y me dijo “creo que soy autista”. En ese momento yo no le di importancia, porque no sabía mucho del tema. Además, tengo un primo que es autista con discapacidad, y claro; ni mi ex novio (ni yo) nos parecíamos a ese chico. En esta llamada mi novio me estuvo hablando de autismo mucho, y al final de la llamada me dijo que pensaba que yo también era autista. Yo me enfadé porque él estaba jugando a diagnosticar a todo el mundo. Además, yo ya estaba diagnosticada con otras cosas, de ser autista algún psiquiatra me lo habría dicho. 

Más adelante, este chico empezó a traer a casa libros de autismo, también de autismo en mujeres. Empecé a leerlos por aburrimiento, y me di cuenta que hablaban de gente como yo. Explicaban muchas cosas que yo había llevado en secreto toda mi vida. Eso me llegó muy hondo. Las cosas que no encajaban con el mundo, y que tenía que ocultar, encajaban con lo que describían aquellos libros.

Esos libros sobre autismo explicaban muchas cosas que yo había llevado en secreto toda mi vida.

Cuando le decía a la gente de mi alrededor que pensaba que era autista, se reían de mí y no me tomaban en serio. Tenían la misma idea de autismo que tenía yo previamente. Y claro, yo no encajaba con lo que debería ser una persona autista.Asi que quise ir a un especialista. 

La primera vez que fui al psiquiatra por el autismo fue acompañando a mi novio. En estas sesiones, que eran para él, yo hacía masking, tratando de comportarme de forma “normal”. Sin embargo, ya en la cuarta sesión me atreví a decirle a la entrevistadora que yo también sospechaba ser autista. Y claro, entre que yo había hecho masking y que ella era una mala profesional, no me creyó. Mi pareja en esas sesiones me ponía como causa de sus problemas, poniendo también a la psiquiatra en mi contra. Le escuchó mucho más a él que a mi. Hice una prueba para mi con ella, en la cual no me atendió, se rió de mí y me dijo que tendría “bipolaridad o algo así”.

Además de eso, empezó a tocarme la cara y decirme que no tenía rasgos de autista, que no tenía ojos de autista. Cuando realmente eso no tiene ningún sentido, tu aspecto físico no es determinante en el espectro autista. Esta chica también me dijo que por mi ropa, no podía ser autista. Concluyó con que ella trabajaba con muchos niños autistas y que no se parecían en nada a mi. Asumiendo que el autismo va ligado a la discapacidad y se presenta en niños hombres. Básicamente, estaba plagada de estereotipos que a día de hoy la medicina asume como erróneos. 

Empezó a tocarme la cara y decirme que no tenía rasgos de autista.

Lo pasé tan mal que no me atrevía a volver a otro profesional. Mucho tiempo después lo pensé bien y decidí irme a otra clínica (privada) sin ningún apoyo, ya que nadie me tomaba en serio. Entré a la clínica habiendo asimilado que, como en anteriores ocasiones, la profesional no me iba a ver como a una persona autista. Pero en esta ocasión fue diferente. Durante tres horas me hicieron pruebas mentales, visuales… cosas que no comprendía. No era, como con la anterior profesional, un “cuéntame tu vida”. Sino que eran pruebas sensoriales para entender cómo mi cerebro gestiona la información. Fue una experiencia agradable y la chica me explicó por qué mi cerebro daba respuestas asociadas al autismo. 

Y aunque yo ya había asumido que me iban a decir que no, finalmente me diagnosticaron como autista. En aquel centro estaban especializadas en mujeres autistas de altas capacidades, y me dijeron que tenía un nivel de autismo “leve”, que no me afectaba hasta el punto de no poder estar en sociedad, pero que claramente mis comportamientos y problemas de adaptación venían de este lugar. 

La medicina está muy desactualizada en autismo, sobre todo en autismo en mujeres. En España es muy difícil que vayas a un hospital y el psicólogo sepa realmente cómo funciona el autismo en mujeres. Sigue asociado a la discapacidad y a ciertas características que se dan en chicos. 

Por otra parte la sociedad no quiere aceptar que ciertos comportamientos “correctos” en mujeres pertenezcan al espectro autista. A mucha gente le molesta que te etiquetes, cuando realmente a ti el reconocerte y comprenderte te puede salvar hasta del suicidio. Muchas personas autistas se suicidan por no entender lo que les pasa.

Ser diagnosticada como autista me ayudó a salir de la depresión.

 A mi el diagnóstico me ayudó mucho. Cuando eres autista sientes que recibes, piensas y devuelves la información mediante otros procesos que no son los usuales. Tienes la certeza de que existe una diferencia entre lo que pasa en tu cuerpo y en el de los demás. Que otra persona me verificase que ese sentimiento de diferencia estaba justificado, que no “me lo estaba inventando”, fue una de las razones por las que pude salir de la depresión. Sentir que “no era culpa mía” actuar diferente. 

Otra cosa que me ayudó mucho fue conocer a la comunidad y ver que había más gente como yo. Porque hasta el momento no te reconoces en los demás, siempre te sientes como la persona “rara”. A mi me llamaban “la loca de la colina” o comentarios como “tu siempre en tu línea”. El ver que hay otras personas como tu y que no pasa nada por ser como eres, es sanador.

A un nivel más personal, algunas de mis características asociadas al espectro autista son problemas para comer. Problemas con las texturas y los colores. Algunos autistas también somos muy sensibles, tanto a sentimientos como a estímulos. Muchas mujeres autistas somos PAS (persona altamente sensible). En el día a día todo esto se traduce a tener comportamientos “exagerados” ante ciertas cuestiones. O que por llevar ropa con ciertas texturas o colores, ya tenga un día de mierda. 

Tengo problemas para resumir, o ver el todo de las imágenes y las situaciones (me fijo fundamentalmente en los detalles).

Por llevar ropa con ciertas texturas o colores, ya tenga un día de mierda. 

Otra cosa es tener sentimientos obsesivos, que a veces no quieres compartir con nadie. Al menos en mi caso, que soy una chica que acostumbra a hacer masking. Estos intereses pueden llegar a ser todo para ti: levantarte sólo para hacerlos, evitar quedar con gente para poder estar enfocada en eso. Esto también lo llevamos a la socialización. Usar este interés especial para socializar, porque no sabes o no quieres hablar de otra cosa. Yo tengo suerte de tener más de un interés, porque si tuviera sólo uno y no lo compartiera con nadie, no tendría amigos. 

También sientes una incapacidad para mantener relaciones sociales, porque te pierdes en las cosas que hay que hacer. Que no puedes “desaparecer” o estar mucho tiempo a solas. Ese es otro de mis rasgos autistas, podría vivir sin ver a nadie ni salir de casa. Y bueno, la gente se enfada conmigo y no entiendo por qué. Y a veces la cago porque no entiendo las normas de comportamiento. Tampoco entiendo lo de hablar por hablar, pero lo hago porque quiero a la gente y la gente con la que me relaciono comparte mis intereses. 

Yo quiero mucho a la gente a la que quiero, la quiero para siempre. Pero no entiendo por qué sienten lo que sienten. Me trato poner en su lugar de una forma racional, a través de todo lo que he estudiado de psicología y sociología. Y así llego a entender de forma racional lo que pasa. Cuándo me diagnosticaron, me recalcaron esto: que llegaba a un nivel alto de interpretación, pero que se notaba que era estudiado. Así, entiendo a veces muy bien a la gente y puedo dar buenos consejos. Pero para cosas sencillas, como reciprocidad emocional básica, me cuesta. 

Incapacidad para mantener relaciones sociales, porque te pierdes en las cosas que hay que hacer.

Tampoco me gusta que me toquen. Osea, tolero los abrazos de la gente a la que quiero, y puedo tener una relación de pareja normal. Pero no me gusta nada que gente sin confianza me toque. Ni tolero con facilidad los cambios. Que las cosas cambien (que la gente cambie, una mudanza, lo que sea) me da tristeza y ansiedad.

El masking es uno de mis principales rasgos. El ocultar todo el tiempo mis verdaderos sentimientos y personalidad, porque siento que no está adaptada a la sociedad. Hacer ver todo el rato que soy algo que no soy. Se siente un poco como estudiar todo el rato a la sociedad. Intentar entender qué piensan o por qué actúan como lo hacen los demás. El masking también es a veces un problema, porque la gente te ve “normal” y no acepta que puedas ser una persona autista. Pero realmente tú estás fingiendo comportamientos que para los demás son normales o innatos, pero que tú has tenido que estudiar y reproducir.

Si me estás leyendo y te sientes muy identificada con estas características te recomiendo, si tienes dinero, ir a un especialista. Acéptate como eres y permítete no ser como la sociedad quiere. Permitirte no triunfar, no caer bien, no ser perfecta, estar un año en tu casa mirando a la pared o hacer lo que desees. 

Otro consejo es que te quites la culpa. Llevamos mucha culpa arrastrada de cosas que no comprendemos, relaciones fallidas, situaciones de bulling… quítate la culpa de no ser neurotípica. 

Y reserva tus energías. Gastamos mucha energía en hacer masking e intentar cambiar, cuándo toda la gente neurotípica no hace nunca nada por cambiar sus comportamientos dañinos. Aceptar que nuestro nivel de energía está más bajo porque hemos gastado mucha en cosas que otras personas no sienten la necesidad de hacer. 

Compartir

    Podría Interesarte…