Toda la historia del club de pajas empieza, como todas las buenas historias, un día volviendo de fiesta. Eran las 7:00 AM y me dirigía francamente destrozado y un poco drogado hacia mi piso madrileño del extrarradio. Cuando un bonito cartel llamó mi atención por su sugerente imagen: una mano sujetando dos pollas a la vez. Al ver esta maravilla visual, me paré a leer aquel papel. Este rezaba:
“Club de pajas, Madrid.”
A lo que le seguía:
“Se buscan hombres sanos, higiénicos, masculinos y sin malos rollos”
¡Pero si así soy yo!
Ver ese documento me produjo tal emoción (quizás por efecto de los restos de droga) e intriga que lo fotografié y nada más llegar a mi morada tuve que googlear aquella dirección: pajasentrecolegas.es
Tras dar al botón Enter, Google me llevó a un increíble blog dedicado exclusivamente al delicioso arte de pajear y ser pajeado. Pajas entre Colegas ( club de pajas ) se define en su página web así:
“Somos un grupo privado y ofrecemos a los hombres adultos que consideren la oportunidad de masturbarse junto a otros hombres de ideas afines.”
También podemos leer “Nuestra idea básica es proporcionar un entorno seguro en el área de Madrid en un principio y poco a poco llevarlo a todas las provincias para los hombres que quieran masturbarse con otros hombres. Hay una energía sexual única que proviene de una habitación llena de hombres desnudos, con el rabo duro y disfrutando de la masturbación grupal”
Además de seguro, el grupo presume de ser inclusivo “No juzgamos y damos la bienvenida a todos los hombres a nuestro grupo. Esto incluye a hombres homosexuales, bisexuales, heterosexuales o indecisos o no categorizados (...) en un ambiente seguro, privado y erótico.”
Con toda esta información, y tras explorar un poco más la web, sentí el espacio como seguro y hasta erótico. En esta acalorada exploración por Pajas entre Colegas, llegué a la sección “Eventos”, donde organizan las quedadas del club de pajas. Cuál fué mi sorpresa cuando vi que el siguiente evento en Madrid sería el 8 de abril. Una fecha tan cercana y yo tan intrigado.
Así pues, decidí unirme al club. Para acudir a un evento, debes pagar entrada (15€), acudir a una hora determinada (8:00 pm, perfecto para asistir después del trabajo) y suscribirte a unas normas determinadas. En este caso (el evento era de nivel 1) consistían en nada de sexo anal u oral: “nada va dentro de nada de nadie y no hay labios debajo de las caderas”.
Llega el viernes 8 de abril, estoy francamente nervioso. Nunca he practicado sexo con más de una persona a la vez. Y menos con desconocidos. Estoy también muy enfadado y anonadado con aquel chico drogado que decidió comprar entradas para esta mierda. En fin, ya que está pagado, habrá que ir.
Tengo que ir a una dirección concreta (que no voy a desvelar) en Madrid. Se trata de un piso privado, en la puerta, un “segurata” asegura que he pagado mi entrada y me pone una pulserita (como si de un festival de música se tratase). De la puerta, paso por el pasillo a una habitación donde está todo preparado: un gran salón casi sin muebles, sólo algunos sofás y asientos, y en el espacio, entre 10 y 12 hombres completamente desnudos. Algunos se están quitando la ropa ahora mismo y dejándola en una especie de guardarropa improvisado, cosa que yo me dispongo a hacer.
En el club de pajas, debes estar muy atento a las señales. No sólo cuenta lo que la gente dice, sino las miradas, las actitudes y las frases dobles. Una de las normas principales es no incomodar a nadie. Si no estás seguro de que no quieren que les agarres la polla, no lo hagas. Los señores que se encontraban dentro, eran muy variopintos: desde chicos gays jóvenes y guapos pero igual un poco viciosos, hasta señores bastante mayores y a mi parecer no agradables visualmente, pero con experiencia y educados. Pasando por personas de mediana edad heterosexuales (o al menos con pareja mujer) que acuden para probar cosas nuevas y avivar su líbido. Estas cosas las sé porque el club de pajas no es solo pajearse, también consiste en conocer a gente y disfrutar de la amistad. Por eso son “pajas entre colegas.”
También he de decir que fueron en todo momento educados y considerados conmigo, que estaba visiblemente nervioso. Antes de masturbarme mano a mano con un señor de entorno a cuarenta años, estuve hablando con varias de las personas que se encontraban por ahí, me preguntaron si quería una botella de agua, si era mi primera vez, si estaba cómodo… les conté cómo conocí el club y varios hombres me contaron lo mismo. Un señor bastante mayor quiso coger mi polla y le di a entender que no, a lo que me respetó.
Finalmente, este señor que me estuvo hablando de su familia y su trabajo sentados en un sofá, deslizó poco a poco su mano por mi pierna desnuda, acercándose a mi polla. Ya relajado y confiado, pensé que era el momento de hacerlo, asi que agarré la suya. Su polla estaba dura y caliente, lo que me puso muy cachondo y rápidamente la mia se puso igual. Nos masturbamos mientras nos reíamos y él se corrió antes (creo que estaba menos nervioso), pero no dejó de pajearme hasta que me corrí.
Después de esto, fui a por un poco de agua. Me hidraté, me limpié un poco, vi el panorama que dejaba atrás, me vestí y me marché.
Nunca más volví a un club (la entrada está cara) pero he de reconocer que no viví para nada una mala experiencia. No me arrepiento, y si me lo propusieran quizás volvería a hacerlo. Está bien conocer otros espacios para la sexualidad y que te pueden gustar cosas que a ojos de la sociedad son “raras”. Pero por suerte, siempre quedarán los clubs “privados”.