Quizás fue desde semana santa cuando creció notablemente el número de los eventos que empezábamos a ir anotando en el calendario. Desde ahí, hasta ahora que estamos en la eclosión del verano, no damos abasto.
Sobre todo los festivales, los verdaderos reyes del mambo, se van intensificando por toda España y parte del universo. Los grupos de whatsapp arden para conseguir las entradas, los alojamientos y en algunos casos, vuelos para ver a tus artistas favoritos, sin importar nada más.
¿Tienes las entradas? ¿El outfit perfecto? Pues date prisa porque estamos a un ritmo frenético de acontecimientos culturales, donde bailar y beber vuelven a estar en alza. Pero reconozcamos el agobio que produce tener que encajar fechas en un puzzle, porque hasta en un mismo día y sitio, varios eventos se dan cita. El ocio ha ido reapareciendo en nuestras vidas con toda la fuerza que había perdido por culpa de la pandemia, y se agradece pero también satura.
Que nadie me malinterprete, es una suerte. Las fechas de eventos guays se van sumando y poder ver a nuestros artistas favoritos en directo vuelve a ser una realidad. Adoro la idea de poder disfrutarlos, lo que echo en falta es apreciarlos más, el efecto que produce tal nivel de actos pierde la novedad que aportaban en su momento. Entiendo la necesidad de la cultura por reactivarse pero, quizás este ritmo tan acelerado, hace que pierda impacto. No puedes disfrutarlos al 100 x 100, si hay uno tras otro.
Coachella, Primavera Sound, giras como las de Dua Lipa, C.Tangana o Rosalía, Elrow, Starlite, O son do Camino, A summer story, Madcool, BBK, Sonar, Arenal Sound, Reggaeton Beach Festival, etc. Llevamos muchos de estos festivales vividos y otros serán próximamente. Es ansioso este ritmo de eventos.
Brunchs con techno, hogueras de san juan, ferias varias, la vuelta de Ibiza a pleno rendimiento, carnavales en verano, desfiles como Jacqemus fuera de fechas de fashion weeks y en pleno Orgullo LGTBQ+. Se han juntado las ganas de recuperar el tiempo perdido, lo novelera que es nuestra querida sociedad, las ansias de recuperación económica en el sector, las mejores fechas para todo ello y el surrealismo. El resultado está siendo un verdadero show.
Incluso puede producirse, en quien no se quiere perder nada, la opción de darle igual a donde y con quien va. Estas son las consecuencias de la mala racha que han vivido el arte y los artistas pero deberíamos planteárnoslo. Destaquemos que no mejora demasiado la calidad respecto a estos eventos, incluso en algunos casos, disminuye pero los precios llegan a subir.
Además, si nos fijamos ha habido un giro de inclusión hacia mucha más variedad de artistas por festivales donde antes solo habría un grupo de artistas o djs. Ahora en casi la mayoría hay cabida para todos. Más cantantes, más reggaetón, más sonidos en directo, más diversidad, más emergentes. Más, más y más.
Asimismo se pierden las exclusividades y particularidades y se abren otras opciones para el público. Reflejándolo en la variedad en los carteles y en la multitud de escenarios o por el contrario aglutinándolos a todos en uno.
Eso sí, las condiciones sanitarias que no acaban de ser superadas del todo. Han habilitado más reservados o sitios diferenciados, incluso asientos o aforos en algunos de los eventos. La normalidad es en volumen pero en condiciones depende de la organización. También disponen de presupuestos que durante la inactividad han sido inutilizados y con nuevas ilusiones, las perdidas volverán a ser ganancias.
La saturación de acontecimientos no debería nublarnos la vista de la atracción que tiene vivir estas experiencias. Sumadas normalmente a entornos de ensueño, junto a la gente que admiramos y al lado de la gente que queremos.
Parte de este hartazgo no es tan solo en el directo, sino que las rr.ss y su excesivo contenido al respecto, también te hace vivirlo en bucle. Hayas estado físicamente o no, has estado en más festivales de los esperados. De ahí también derivan las presiones sobre qué llevar puesto, a quienes puedas encontrarte. Expectativas sobre lo que puedas vivir allí que se cumplan o más bien no. En definitiva, parémonos a sopesar cuales son los que más nos apetecen. Pero disfrutemos este boom festivalero que tanto hemos echado de menos.