Supuestamente, quien creó esta historia la desmintió, pero quién sabe hasta dónde es verdad o mentira. Pero una cosa sí que se sabe, y es que las superpotencias de EEUU y Rusia durante la Guerra Fría hacían todo lo posible para investigar en la ciencia y descubrir nuevas estrategias para poder acabar con el enemigo y alzarse con el poder mundial, y la antigua Unión Soviética era una de las potencias que más invertía en todo esto, como en el experimento del sueño.
Este experimento tuvo lugar al inicio de la Guerra Fría, principios de los años 50. El fin de este experimento era comprobar si el ser humano podría sobrevivir sin poder dormir. Bastante cruel como podéis ver, sobre todo para mi. El caso es que en este experimento tuvo un importante papel un gas que hacía que las personas que estuviesen encerradas en ese cuarto no pudiesen echar ni una cabezadita. En el experimento participaron 5 presos políticos rusos condenados por traición a la URSS y les prometieron la libertad los científicos si lograban sobrevivir. Además, estaba 100% controlados, ya que en el cuarto se instalaron cámaras para vigilarles y ver sus reacciones, además de poder administrar el gas a su antojo.
En la habitación había, libros, comida suficiente para un mes, camas, colchones y un váter.
Además, instalaron un sistema de micrófonos para poder escuchar sus conversaciones y todo lo que ellos decían. Los primeros 5 días transcurrieron sin ningún problema, pero pronto comenzarían ya los hechos extraños. Por lo visto, los sujetos entablaban conversaciones en donde contaban hechos del pasado bastantes traumáticos. Incluso los científicos pudieron ver paranoias en algunos de ellos.. Pronto comenzarían a aislarse y solamente hablarían a los micrófonos cosas de los otros para ganarse la confianza de los científicos.
Tras 9 días encerrados, uno de ellos empezó a gritar y amoverse por toda la sala, hasta que paró. Se intuyó que se habría roto las cuerdas vocales. Otro de ellos también empezaría a gritar. Mientras, los sujetos restantes comenzarían a arrancar hojas de los libros y a pegarlas en la pared con sus propias heces. Ni el súper glue nunca antes había tenido tanto poder. El que gritaba se callaría y cesarían las actividades del resto. Los siguientes 3 días discurrieron con tranquilidad.
A finales de la segunda semana, por los micrófonos los científicos comunicaron que iban a entrar para liberar a uno de ellos.
Sorprendentemente los políticos encerrados dijeron que no querían ser liberados. El día 15, a mitad del proceso, un grupo de soldados entraron en la sala para comprobar que todo seguía correcto. Pero lo que vieron les sorprendió: 4 de ellos estaban gritando y el quinto estaba despedazado, muerto y taponando el desagüe. La sala estaba encharcada con restos del cuerpo del sujeto muerto. Los otro 4 restantes parecían zombies, les faltaba la piel, algunos órganos y se habían comido partes de sus músculos ellos mismos. Además, pidieron que les volviesen a suministrar el gas, y uno de ellos fue gravemente herido, y ni la morfina le hizo efecto.
El que no tenía cuerdas vocales se negaba en ser operado, por lo tanto le operaron sin anestesia, más tarde les diría por un papel "Seguid cortando". A los otros dos restantes también se les operó sin anestesia, y volvieron a pedirle gas. Cuando los científicos les preguntaron que por qué se hirieron, todos contestaron que porque debían de seguir despiertos.
Tras ver todo este macabro panorama, los científicos y soldados debatieron qué hacer con ellos.
Estaba la opción de practicarles la eutanasia y la de volver a abrir el gas para ver qué ocurría. Creo que sobra decir que sí, se volvió a abrir el gas. Fue entonces cuando vieron que los 3 sujetos que quedaban se tranquilizaban al volver a inhalar el gas. Uno de ellos finalmente cerró los ojos y murió. Los científicos entraron armados y tras un forcejeo dispararon al sujeto de las cuerdas vocales. El último prisionero también murió de un disparo y sus últimas palabras fueron "Casi libre". Aunque hay gente que cuenta que murieron los dos últimos de un paro cardíaco. Creo que una vez más hemos aprendido lo importante que es dormir y descansar. Aún así, el récord documentado está en poder de Randy Gardner quien logró durar 11 días seguidos sin dormir, que ya es tiempo.