¿Podría ser Yolanda Díaz la primera presidenta de España?

Desde el nacimiento de Podemos y sus marcas afines en 2014 se ha producido un cambio sin retorno en la política española.

22 diciembre 2021 ·
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Imagen vía AFP

Corren los tiempos de la modernidad líquida de la que nos alertaba el sociólogo polaco Zygmunt Bauman. Tiempos del capitalismo exacerbado en su forma más depredadora denominada neoliberalismo. Que nos dejó la herencia de la barbarie. De la sociedad del consumo. Consumiendo lo superfluo para silenciar nuestras penas. A costa de un planeta limitado y al borde del colapso, donde prácticamente parece que todo está perdido. Tiempos de sociedades cada vez más disfuncionales y de una constante guerra psicológica. De un individualismo descontrolado que aísla a las personas en la oscuridad de sus noches. Del deterioro de lo común. De pandemias desbocadas. Donde florecen los monstruos que un día fueron enviados al estercolero de la historia. Tiempos donde la reacción trata de mantener sus absurdos modelos tradicionales de vida. Frente a tiempos oscuros, resistencia. Contra la barbarie, toca mover ficha. Frente a los reaccionarios que regresaron de sus catacumbas a tonadas de trompeta. Mover ficha por la abolición de los sistemas de opresión y dominio que se cruzan entre sí. Organizar y organizarse.

Mover ficha frente a los reaccionarios y sus modelos absurdos de vida.

Mover ficha frente a una tibia socialdemocracia que ya no es tal. Los Partidos ‘Socialistas’ no creen en superar el capitalismo, se han casado con el liberalismo económico. Convertidos en marionetas socioliberales del conservadurismo de derechas. Convierten los derechos humanos en bienes de mercado. Mientras otros, por otro lado, se convierten al igual en marionetas de este conservadurismo compartiendo postulados falangistas bajo la etiqueta de ‘comunistas’. Toca mover ficha también frente a un minoritario comunismo reaccionario y ortodoxo que se estanca en doctrinas estalinistas desfasadas. Que acusa a movimientos LGTBI, feministas, ecologistas y antirracistas de diluir la conciencia de clase simplemente porque no entienden la interseccionalidad de las luchas y las desigualdades. Una izquierda de sofá esencialista que no es capaz de asumir su propia mierda porque vive en una burbuja de privilegio.

Mover ficha frente a la tibia socialdemocracia y el comunismo reaccionario.

Desde el nacimiento de Podemos y sus marcas afines en 2014 se ha producido un cambio sin retorno en la política española. Una nueva forma de hacer política que ha sido copiada hasta por el PSOE. Se han abierto debates sobre la reforma constitucional o el modelo de Estado que antes estaban desplazados a las sombras por el régimen del 78. Pero se requiere de una mayor valentía. Y eso solo es posible con respaldo social. Unir a todas aquellas formas políticas afines bajo una misma plataforma electoral que vaya más allá de los partidos políticos y más allá de las etiquetas tradicionales es una ambición necesaria en un país donde la extrema derecha avanza con la complacencia y la torpeza de ciertos medios de comunicación. La pelota está en Yolanda Díaz, Unidas Podemos, Más País, Compromís y demás proyectos afines que tienen el reto de construir en lo común.

La izquierda alternativa debe abogar por una posición que se encuentra a medio camino entre la socialdemocracia y el comunismo. Centrada más en hechos que en etiquetas. Interseccional, radical y transformadora. Donde se entienda que la lucha material y cultural es interdependiente. Construyéndose un discurso transversal progresista que aglutine a todos aquellos proyectos afines. Priorizar lo común, el lazo social con el otro. Reconocer la vulnerabilidad de los cuerpos y la necesidad férrea de poseer unos servicios públicos que construyan sociedades funcionales. Ser servidores públicos bajo la bandera de los Derechos Humanos. Garantizar a la gente unas condiciones de existencia dignas.

Una plataforma dirigida a hacer que la vida sea digna de ser vivida.

Se requiere de un Frente Amplio por la unidad en la diversidad y desde la fraternidad. Apostándose por un municipalismo global de autogestión local. Por una economía social, solidaria, feminista y participativa. Por la defensa y el reforzamiento de los servicios públicos. La lucha contra el patriarcado, el racismo y el colapso ecológico. Organizar un espacio común y diverso que defienda a los de abajo frente a la élite no electa de los de arriba. Se ha malgastado mucho tiempo en tirarnos piedras sobre nuestro propio tejado. Toca mover ficha.

La política es el arte de dignificar la vida. Dotemos de esperanza. Construir una plataforma que impulse la ilusión en la férrea creencia de que podemos construir un mundo y una sociedad mejor, donde la vida sea digna de ser vivida. Apartar el ego, lo rancio. Pensando en el nosotros, no en el yo. Mover ficha, que el miedo cambie de bando.

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